domingo, 13 de noviembre de 2011

Sobre el velo y la música


antes el velo y ahora la flauta.
antes la integridad de la mujer y ahora una parte fundamental de nuestro decir cultural.

Hoy he leído en la prensa que unos niños en Melilla se niegan a tocar la flauta y a dar clase de música en el instituto. Sus convicciones extremas musulmanas se lo impiden. Definen la música como la trompeta de Satán. Es un extremismo y, por tanto, marginal y minoritario, pero nos dice mucho sobre cómo debemos afrontar nuestra identidad. Con el velo las reacciones fueron diversas: la indiferencia, el respeto a lo diferente, la prohibición, sin llegar a dar una respuesta concreta y radical. Sí, porque a veces ser radical no significa más que ir a la raíz de los problemas, y nuestras raíces nos dicen que nada es respetable si no es a su vez respetador de lo que es constitutivo del individuo aquí, en nuestro mundo hecho de una cultura vinculada a la persona (que nuestras raíces sean cristianas, no es más que la mentira tópica de los que nos estuvieron imponiendo «velos» de todo tipo).

Algunos defendían la libertad de usar velo en función de dos ideas: la defensa de la libertad religiosa y la defensa de la libertad del individuo. Pero ello conlleva errores de bulto. Por un lado, considerar que la religión no debe someterse a ningún control o restricción, que únicamente tiene a su dios como autoridad, despreciando cualquier otra. Toda religión debe estar sometida a aquello que hemos interpretado como los derechos fundamentales de la persona. Situar a la religión por encima de las creencias de una sociedad no supone situar a dios en ese lugar, sino a un grupo de poder que lo interpreta y que lo intenta imponer. Unos exégetas de un dios que desean imponer su dictadura doctrinal.


Dicen que cuando la mujer utiliza el velo expresa una identidad cultural o individual, pero ¿por qué bajo determinadas creencias ha de ser siempre la mujer la que brinde su imagen y su cuerpo para convertirlo en icono de algo, ya sea personal o colectivo?, ¿por qué no lo hacen los varones?, ¿por qué necesariamente se educa a la mujer para autoofrecerse como símbolo de una doctrina?, ¿por qué se le enseña que su cuerpo es una bandera de lo que elijan otros?

Y otra de las razones: el recurrente tema de la libertad, el hacer lo que yo quiera con mi cuerpo. A ver si lo decimos claramente. Nadie es libre. Todos hemos sido educados en un concepto de libertad y ese es el que ejercemos. Y nadie puede ejercerlo como un hecho absolutamente incondicionado. El concepto pleno de persona implica que cuando yo digo que soy libre para hacer algo, lo único que expreso, desoculto, es el conjunto de todos los condicionamientos bajo los que tomo mis decisiones. Ser consciente de ellos y, al mismo tiempo, ser capaz de construirme los míos, de superar los que rechazo, de imitar los que acepto… en eso consiste la libertad, en el acto de poder crear nuestra voluntad. Y todo ese proceso de autoconciencia y de racionalización se realiza en el marco de una sociedad y de un Estado, es decir, de condicionamientos públicos, que tenemos que respetar o cambiar de acuerdo con instrumentos democráticos. Cuando una mujer afirma que llevar el velo es una decisión libre, en realidad lo que enuncia es la afirmación de una determinación anuladora, puesto que antepone al concepto de persona el de sexo. No se trata de una determinación transformadora sino estática, pues se basa en un hecho: la identidad sexual que hemos obtenido genéticamente se identifica, se iguala necesariamente, con una forma única de entender a la persona. Lo que dicen es: si he nacido con sexo femenino, y este me viene de mi dios, tengo que hacer lo que me dice mi sacerdote o intérprete (que generalmente solo puede ser varón). Esto no es educar la integridad de la persona en la igualdad, como establece la Ley Orgánica de Educación, por ejemplo, sino tomar el sexo como integridad de la desigualdad.

En resumen, yo prohibiría el velo en los centros públicos. Y a esos alumnos que niegan la música que los suspendan, con todas sus consecuencias legales.

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