miércoles, 4 de enero de 2017

EL TEMA DEL ABORTO EN LOS INICIOS DEL CRISTIANISMO

EL TEMA DEL ABORTO EN SUS ORÍGENES CRISTIANOS: el texto bíblico, Flavio Josefo, Filón de Alejandría, la Didaché

El tema del aborto nos conduce a la pregunta por el concepto de lo que llamamos persona y por tanto a la cuestión de cómo definir nuestra identidad. Grecia había diferenciado en la persona un elemento de animalidad, otro de sustancialidad racional y uno que les daba unidad a ambos como era el de sujeto ciudadano, donde la polis era el ámbito de construcción del individuo a través de un proceso educativo en el que irían apareciendo esos componentes (feto no formado, feto formado, individuo paidético, ciudadano pleno). Con el judaísmo y el cristianismo helenizados asistimos a una fusión de elementos donde aquellos aparecerán subordinados a un nuevo componente de exterioridad divina como agente creador y dador de sentido. Al situar el concepto de persona como una derivación analógica con el concepto del sujeto Dios, ya no cabe pensarla en toda su diversidad. Si a ello unimos la identificación/subordinación entre religión e iglesia (creencia e institución), religión y Estado, entre ley y dogma (justicia y fe), entre individuo y alma, el problema se traslada a esferas públicas en donde lo privado deja de tener sentido.

Continuando con estas entradas sobre la concepción del aborto, es hora de situarse en el origen de la discusión en el mundo cristiano que arranca desde la misma Biblia, en un proceso de construcción conceptual, y no precisamente de revelación divina,  que tomará muchos de sus elementos tanto del judaísmo como de la cultura helénica, y que concluirá en posiciones claramente contradictorias con las actuales. Si la posición en el mundo grecorromano había sido de aceptación por razones demográficas, de subsistencia o de poder patriarcal, con el advenimiento de la conjunción Estado/Iglesia la toma de decisiones se deriva hacia un poder institucional dejando de pertenecer al individuo o la familia.

En la Biblia solo existe una cita sobre el aborto que se encuentra en el Éxodo 21:22-25. Ahora bien, su traducción e interpretación han sido diferentes según la versión del antiguo testamento que utilicemos. Veamos una breve introducción que nos servirá para entender el texto del Éxodo.

La versión bíblica más antigua conservada es la llamada Septuaginta[1], es decir, la traducción de un texto desconocido de la Torá hebrea al griego llevada a cabo en Alejandría durante el reinado de Ptolomeo II Filadelfo (285-247 a.C.). Posteriormente, se llegarían a traducir todos los textos del canon hebrero en un largo proceso que duró hasta el siglo I d. C. La Septuaginta acabaría convirtiéndose en la Biblia utilizada por parte del judaísmo helenístico (San Pablo y los evangelistas, entre otros) y de los padres de la Iglesia.

El canon de la Biblia hebrea estaría cerrado en el siglo I d.C. Es un proceso que se había iniciado en el siglo VII a finales del periodo del primer templo (la construcción del templo por Salomón data del 950 a. C.) y que iría en paralelo con su historia y la de las instituciones sacerdotales de Jerusalén. El llamado texto masorético fue el establecido en el siglo IX d. C. y es el que actualmente suele utilizarse para las traducciones modernas del antiguo testamento cristiano.

El Pentateuco samaritano es otro de los textos más antiguos conservados.  La ruptura entre samaritanos y judíos se produciría cuando los primeros destruyeron el templo samaritano del Monte Garizín en el 128 a. C., momento en el que se data la constitución del texto bíblico. El canon samaritano no contiene ni acepta más que los cinco libros del Pentateuco, y se trataba de una teología de exaltación de la figura de Moisés que rechazaba toda la tradición posterior al Sinaí[2].

Los manuscritos del mar muerto abrieron un nuevo sentido a la interpretación de los textos bíblicos. Los textos del Qumrán se datan en un periodo que va desde el s. III a.C. hasta el s. I a.C. El investigador Emmanuel Tov, uno de los editores de los textos, ha propuesto que los escritos de Qumrán muestran las siguientes variedades textuales:
• Textos presamaritanos o palestinenses
• Textos protomasoréticos o protorrabínicos, es decir la versión hebrea primigenia de lo que después serán los textos masoréticos.
• Textos de la supuesta Biblia hebrea que fue la base de la Septuaginta
• Textos no alineados o libres aquellos que no pueden ser adscritos ni a la Septuaginta, ni al Pentateuco Samaritano ni a la masorética.
• Textos también libres, compuestos según la propia interpretación de los escribas del Qumrán[3]

Con esta panorámica muy simplificada de los orígenes de los textos del antiguo testamento podemos deducir que la Biblia no se trata precisamente de un libro directamente revelado por Dios, sino que recoge diferentes visiones tanto literarias como teológicas influidas por los diferentes contextos en los que fueron redactados.