domingo, 11 de noviembre de 2012

Poemario 8


Constelación del idioma
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No estamos condenados a decir.
el vínculo con la palabra viene de la voz,
de lo que yo soy capaz de abandonar
en el aire.
en este aliento que me rodea en su geografía de todas las lenguas
descubro que el diálogo no dice nada
del otro, sino de mi otredad en él. y respiro su pulsión.
 
No tengo porqué escribir desde la transparencia de un trayecto
para que tú hagas posible mi cauce omnipotente.
tienes un espacio libre en la serie de mis fábulas, fingimientos o aproximaciones.
utiliza todas las traducciones de estas líneas
para enmudecer y hablar en ciclos habituales, rápidos, interminables, y rutinas.
usa lo que digo
hasta el momento
de la aceptación de la simetría.
 
Y cada vez sigo excluyendo más la lluvia.
y cada vez más llamo como algo desértico al agua que calla.
 
¿Hasta dónde puedo llegar a viajar en la misma habladuría?
en esta misma que ahora leemos no hay nada más cierto que
lo que escucho de lo que digo.
un pájaro oceánico con las alas de la totalidad de los números.
un ejemplo.
 
Podría multiplicar las posibilidades de los ejemplos. agotarlos.
la historia de la literatura está para eso. sin embargo, la vida radial de las derivas
me impide, o la recitación de las manecillas, me excluye, o todo lo que contribuye a mi nacimiento, me dispersa, para cualquier filología de reproducciones y narcisos.
 
¿Qué novedad puedo originar fuera de lo que digo, de esta cobardía?
contradigo y confundo la música y los círculos.
ya sé que esperas una expresión final que dé sentido, pero los huéspedes que acuden constantemente a estos versos me prohíben decir de qué materia es el nombre. y no puedo servirme de la niebla de su boca demasiado antigua.
 

Y tantas puertas para un naufragio de un instante,
para una época de enumeraciones,
oyéndome en la coagulación de lo que sabe herir,
y tantos años prefiriendo la constelación del idioma ,
que ya no produzco cambios ni gargantas.









domingo, 4 de noviembre de 2012

Educación diferenciada y evolución cerebral

El ministro Wert no solo quiere financiar a toda costa a los colegios del Opus Dei sino que además pretende convencernos de que la educación diferenciada en la que se basa el ideario de estos centros es un bien educativo. Diferenciar supone separar, admitir lo diferente y potenciarlo. Según estas teorías las diferencias en el funcionamiento cerebral entre hombre y mujer, y su implicación en el aprendizaje y adquisición de habilidades, deben ser tomadas en cuenta a la hora de diseñar estrategias psicopedagógicas escolares. Nacemos con una genética que determina nuestras capacidades cognitivas. Las chicas son peores en matemáticas y mejores en escritura, lengua y comprensión lectora. Los chicos son mejores en gimnasia, números, tecnología (aunque esto solo ocurre hasta que ingresan en la universidad donde todos se igualan). La mujer es más intuitiva y el hombre es más lógico. Y en función de estas diferencias proponen que se ha de educar. La estructura cerebral genética determina lo que debemos aprender. Potenciando esas capacidades diferentes potenciamos una concepción complementaria de las relaciones entre hombre y mujer. Uno posee lo que el otro no tiene y de esta forma se crea un vínculo completo entre ambos. Su propuesta no es más que una forma nueva de proteger un concepto tradicional de pareja y del concepto de hombre y mujer.

Uno de los postulados de la neurociencia es que el cerebro, dada su responsividad (su capacidad de respuesta) y su plasticidad ante la experiencia, resulta afectado en su estructura y función. Cada aprendizaje excita determinados circuitos nerviosos y deja otros inactivos. Los que son asiduamente utilizados se afianzan, mientras que los que se activan ocasionalmente se pierden. Las elecciones que hacemos socialmente, los conocimientos que adquirimos y cómo los consolidamos… todo lo que decidimos o hacemos modelan la arquitectura del cerebro.