domingo, 13 de mayo de 2012

¿Qué es el 15M?

Indignación, rebelión, indiferencia, aceptación. ¿Para qué hemos delegado nuestra opinión/poder a los políticos? Durante estos días vuelve a renacer en cada uno de nosotros un debate que constituye la raíz de toda actitud política. Platón afirmaba que para tener ciudadanos, que ejercerán los cargos públicos más tarde o más temprano, hemos de dotarlos de una formación especializada basada en lo que no pertenece a la política sino al ser: la justicia, el bien, el valor,… El problema es que él creía que era posible acercarse a la definición de todos estos conceptos, y que el que más cerca estuviera de ella sería el mejor como ser humano y como político, que sería el filósofo-político. Hoy nos volvemos a preguntar lo mismo ante el grito mudo del 15M en la Plaza del Sol. Volvemos a enfrentarnos ante nosotros mismos, volvemos a tener que decir que lo económico mercantilizado solo constituye a la persona como sujeto de necesidades utilitarias, pero que estas no son lo único que la persona desea de sí misma, y que no hemos delegado su conversión en sujeto de usos monetarizados. El sujeto no es la moneda que el mercado invierte/recorta para su subsistencia/ prosperidad. El 15M nos despierta, aunque sea momentáneamente, y desde nuestro sofá de casa. Nos pregunta qué queremos de la política. Aquí desde donde escribo, en la comunidad valenciana, se ha aceptado la corrupción y el engaño como algo casi normal en el funcionamiento de la política y del mundo económico. ¿Para qué vas a hacer nada si ellos harán lo que quieran? Se ha establecido un abismo entre el ellos y el nosotros. Ellos son todos iguales. Nosotros también. Nosotros somos como ellos, también quisimos un enriquecimiento rápido, somos tan causantes como ellos de lo que pasa. Da igual, el PSOE y el PP están igual de corruptos, así que la corrupción es la política en sí misma. Y la gente ya parece que no utiliza el voto para castigar la inmoralidad pública, sino para revalidar sus propias creencias sectarias y su propio sentido de autoinculpación. Se vota contra el otro para defender al que está en mi bando. Pero el voto no es más que una forma institucionalizada de expresar una opinión, cuya conversión en poder da sentido al sistema. El voto en sí es un engaño necesario. Supone la supervivencia del mejor de los sistemas políticos existentes, pero al mismo tiempo constituye un reduccionismo que no puede sostener únicamente por sí mismo a todo el sistema. Dar el voto a un partido, no significa que ofrezcamos todo nuestras ideas a una entidad para que las administre. El voto cuatrienal es absolutamente insuficiente, porque reduce y confina la complejidad individual de lo que se quiere de la política a una institución que representa la univocidad del pensar. El partido político es una institución empeñada en pensar las cosas de una forma única, coherente, unida, sin fisuras, sin discrepancias, sin dialécticas internas, sin equivocaciones… es como el Uno divino. Es algo que ya no puede dar sentido a lo político en el siglo veintiuno. Pues lo político tiene que constituirse como una rebelión, un grito multipolar que rompa la aceptación inevitable de las ideologías del sometimiento. Es cierto que las cosas no se cambian desde la protesta, pero lo que cambia la protesta es el modo en que queremos pensar lo político. Y eso es también el 15M. Llamarnos a todos a crear un nuevo proceso educativo de la persona, que se busque primero a sí misma como sujeto y después que intente la política. En el mundo precristiano lo creían así, y Platón entre ellos. Sus dioses estaban tan profundamente situados en el interior de la persona, eran ella misma, que tuvo que ser un Dios brutalmente fuera de ella, aislado en la perfección, el que los destruyera y diera paso al sujeto político que algunos quieren ser hoy día.

0 comentarios:

Publicar un comentario