domingo, 11 de noviembre de 2012

Poemario 8


Constelación del idioma
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No estamos condenados a decir.
el vínculo con la palabra viene de la voz,
de lo que yo soy capaz de abandonar
en el aire.
en este aliento que me rodea en su geografía de todas las lenguas
descubro que el diálogo no dice nada
del otro, sino de mi otredad en él. y respiro su pulsión.
 
No tengo porqué escribir desde la transparencia de un trayecto
para que tú hagas posible mi cauce omnipotente.
tienes un espacio libre en la serie de mis fábulas, fingimientos o aproximaciones.
utiliza todas las traducciones de estas líneas
para enmudecer y hablar en ciclos habituales, rápidos, interminables, y rutinas.
usa lo que digo
hasta el momento
de la aceptación de la simetría.
 
Y cada vez sigo excluyendo más la lluvia.
y cada vez más llamo como algo desértico al agua que calla.
 
¿Hasta dónde puedo llegar a viajar en la misma habladuría?
en esta misma que ahora leemos no hay nada más cierto que
lo que escucho de lo que digo.
un pájaro oceánico con las alas de la totalidad de los números.
un ejemplo.
 
Podría multiplicar las posibilidades de los ejemplos. agotarlos.
la historia de la literatura está para eso. sin embargo, la vida radial de las derivas
me impide, o la recitación de las manecillas, me excluye, o todo lo que contribuye a mi nacimiento, me dispersa, para cualquier filología de reproducciones y narcisos.
 
¿Qué novedad puedo originar fuera de lo que digo, de esta cobardía?
contradigo y confundo la música y los círculos.
ya sé que esperas una expresión final que dé sentido, pero los huéspedes que acuden constantemente a estos versos me prohíben decir de qué materia es el nombre. y no puedo servirme de la niebla de su boca demasiado antigua.
 

Y tantas puertas para un naufragio de un instante,
para una época de enumeraciones,
oyéndome en la coagulación de lo que sabe herir,
y tantos años prefiriendo la constelación del idioma ,
que ya no produzco cambios ni gargantas.









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